viernes, 2 de octubre de 2015

El Camarma donde crecí


Artículo rescatado, publicado originalmente el 15 de Octubre de 2013. Para los que no lo habéis leido, espero que os guste.



Me crie en un Camarma en el que de noche se oían las ranas del río, y en mayo el trigo estaba tan alto que nos cubría enteros. Era un pueblo agrícola salpicado de eras, cocherones de tractores, remolques aparcados por doquier, y tapias de argamasa.
El lavadero era un edificio cerrado, rodeado de junqueras y charcas. Donde ahora está la urbanización El Plantío antes había un enorme vivero. Las Cañas eran tierras de labor y el camino que comunicaba el pueblo con las parcelas, como llamábamos a Nuevo Camarma, era interminable y sin iluminación. La urbanización P14 eran poco más que 10 casas y en Covina aún rezaba en algún cartel "urbanización sin agua" y tenía las calles sin asfaltar. El Practicante era entonces un conjunto de casitas destinadas a guardar los aperos de los huertos. Y al otro lado del rio, solo existían las casas que hay entre el cerro del depósito y la carretera de Meco.
A la altura de Nuevo Camarma, entre el río y los cerros de levante, se extendía un pequeño bosque, donde nos gustaba ir los fines de semana a comer. De aquello sólo quedan unos pocos olmos y un manantial que antes traía un chorro de agua y ahora apenas un hilillo. Es la actual alameda, en el camino de la mina, junto a los caballos.
En el arroyo Valdegatos, junto a la carretera de Meco había una fuentecilla, a la que atribuían virtudes laxantes; Todos los años para finales de abril el río sufría una crecida que hacía saltar el agua por los puentes. Y no me puedo olvidar de las cochineras. Una explotación ganadera, que había donde ahora se levanta la urbanización "Los Juncos", que nos proporcionaba "buen" olor para las cálidas noches de verano.
Entonces, los chavales como yo, sólo "bajábamos" a Alcalá cuando pasábamos al instituto. Salvo cuatro médicos y otras pocas veces ir a comprar ropa, nos movíamos poco de Camarma. Era nuestro entorno y lo pasábamos bien. Nos podíamos recorrer gran parte del término municipal correteando de acá para allá con la "bicicross". Íbamos a Fresno de Torote a bañarnos en el río, a la caseta del guarda o al depósito de agua nuevo, para contemplar las vistas. Jugábamos a la pelota en el prado de detrás del campo de fútbol, y subíamos a jugar al arenal del cerro, a la alameda, a la mina, a coger moras o picotas en su temporada, o almendras y nueces cuando maduraban. Jugábamos al "guá" en un gran nogal que había donde se juntan la calle Pablo Picasso y la de los Toreros, íbamos también a saltar con la bici a la era de Juanillo.
Eran tan altos los cardos que nacían en los campos, que fabricábamos cabañas en su interior en forma de un laberinto de galerías, cuyas paredes nos cubrían con creces. Hacíamos presas en el río, y escondites también. Y no podemos olvidar las cuevas bodegueras de Camarma, situadas en un monte donde ahora está la urbanización Miralobueno-Sur. Eran tres. Un famoso túnel que decían que era tan largo que comunicaba con Meco, y dos bodegas de ladrillo. Una estaba casi derruida y la otra, en forma de "H" era "la cueva de los ricos". En esta última jugábamos al escondite para protegernos durante las tórridas tardes de verano. Iluminábamos la cueva con velas y antorchas para celebrar cumpleaños en su interior.
Acostumbrábamos a jugar a juegos de equipo como el "trenavío" o el escondite, "a e i o u", sangre, matapollos, peón, a los montones apostando cromos, a las carreras de chapas, al "guá", al rey de la montaña cuando encontrábamos un montón de arena, y saltábamos encima de las alpacas de paja que había apiladas en casi todos los campos. Y ¿como no?, a cazar lagartijas en las noches de verano.
No conocíamos las videoconsolas, ni los móviles, ni nada de lo que hay ahora, pero nos lo pasábamos genial jugando todo el día. En su lugar nos fabricábamos todo tipo de artilugios como tirachinas, ondas, tirapedos y arcos. Las flechas con la tapa de un rotulador carioca, un clavo y las baras del rio. ¡Que tiempos aquellos en los que éramos felices con un naipe y una pinza de la ropa resonando entre los radios de la bicicleta!.
De esto ahora hace 30 años. Y sin dejar que me abrume la nostalgia, hoy doy gracias por poder seguir viviendo en mi pueblo. El pueblito que me vio crecer, que ahora ya es todo un lugar, donde vivir cómodamente y tranquilo.
En hornor a los nostálgicos.
Josan Avila.

2 comentarios:

  1. Hola me llamo Javier y soi de los chicos k tenia una parcela y paraba con azucena su hermana marinos y su hermano José maría más conocido como el macabra k tenia una motera k tiempos aquellos sabéis algo de esta familia me gustaría contactar con ellos gracias

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  2. Hola Josan me llamo Silvia fuimos a la misma panda unos años ,vivía en la urb.Las Vegas.He recordado momentos muy bonitos con lo que cuentas.
    Espero que te vaya bien y sigas manteniendo este rincón tan maravilloso de recuerdos para los viven o hemos vivido en Camarma.
    Un saludo

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